miércoles, 21 de octubre de 2020

La mujer del hortelano

 

Mucho me gustaría que mi relato "La mujer del hortelano" sea publicado en el blog de la Asociación.  Fue uno de los quince seleccionados en el último certamen y siento por él particular estima...  

 "Yo, Nieves E. Morán Diez, natural de la ciudad de Buenos Aires (Argentina), autorizo la publicación del relato de mi autoría "La mujer del hortelano".

Desde ya, muchísimas gracias!...y en la esperanza de haber cumplido correctamente los pasos solicitados para la publicación.

Saludos cordiales.                                              Nieves    (sábado 17/10/2020)

“La mujer del hortelano”

Era la quinta hija que su madre había traído al mundo sin demasiado entusiasmo, solo porque Dios así lo había querido, decía a quien quisiera oírla poniendo – tal vez sin proponérselo –distancia  entre las dos. Sin embargo,  no sería la menor de las hermanas.  Todos la llamaban “Quinta”, su verdadero nombre había quedado en el olvido, casi, y cuando alguien se dirigía a ella diciéndole Rufina, no se daba por aludida. 

“Quinta” era agraciada, aunque sin desmesura.  Oscura de piel  y también de pensamiento, solo era capaz de ver lo que estaba envuelto en un halo de pesadumbre.  Pesimista desde siempre, acostumbraba decir que la felicidad no era para ella; hasta se había jurado a sí misma mantenerse indiferente a las pequeñas alegrías.  Y había ganado la apuesta.   

Así fue hasta que conoció a Manuel, el hortelano,  el hombre  que diariamente llegaba al pueblo en una vieja pick-up con la caja rebosante de verduras y frutas. Se anunciaba siempre a la misma hora en la calle principal frente a la fuente y los vecinos acudían al llamado con las cestas vacías que volvían a casa colmadas con los productos de la huerta vecina.  El hortelano nació en aquel pueblo, aunque había emigrado a la capital buscando algo de gloria, como todos los jóvenes.  Con las manos vacías regresó al morir su padre, después de un corto reclamo de la madre de que alguien tenía que hacerse cargo del  huerto y de vender sus frutos. 

Manuel también era oscuro de pensamientos – un hombre huraño –y  ese gusto común por la fatalidad, en definitiva, lo unió a “Quinta”.  Cuando ambos se descubrieron pensaron, cada uno a su manera,  que les vendría bien unirse en matrimonio.

  “Y que el hombre no separe lo que Dios ha unido”, dijo el cura con solemnidad una mañana de mayo en la iglesia de San Roque.  El traje de bodas había puesto una sonrisa en el rostro siempre melancólico de la novia que recibió con agrado y hasta con satisfacción el saludo de su familia.  La hermana menor, por quien “Quinta” sentía infinita ternura, la acompañó hasta el altar.  La presencia de la niña que sería siempre como un duende y las retamas en las manos de la novia fueron lo más sugestivo de la ceremonia. 

La recién casada llevó sus vestidos de domingo y los de estar en casa donde Manuel vivía con su madre, un lugar lo suficientemente amplio como para albergar a suegra y nuera.  Pronto se pusieron a trabajar los tres en la huerta;   sembraban, regaban, curaban las plantas enfermas, quitaban las malas hierbas y por las tardes recolectaban lo que Manuel vendería a los vecinos al día siguiente.  “Quinta” comenzó a acompañar a su marido en la venta, como un modo de estar a su lado a solas con él y,  a pesar de que un no rotundo había sido la primera respuesta del hortelano, poco a poco fueron recorriendo juntos los pueblos de los alrededores con su mercancía. 

Al principio la mujer se vestía con sus ropas de entrecasa y recogía su larga cabellera escondiéndola  detrás de un pañuelo.  En silencio y sin cambiar palabra con nadie, ella iba y venía, mientras su marido la observaba hacer, orgulloso.  Él no había sabido decir “no” a su madre y volvió mansamente al pueblo para ocupar el lugar de su padre, sin embargo, a “Quinta” la impuso de sus condiciones para aceptarla como esposa: trabajaría a su lado y siempre estaría donde él pudiera verla. 

Manuel, todos en el pueblo lo reconocían, hacía gala de su honestidad y franqueza, no era holgazán y no tenía vicios conocidos.  El peso de su personalidad lo llevaba tan escondido que nadie, ni siquiera él mismo, se había apercibido.  Los celos lo mordieron con ferocidad cuando decidió casarse con “Quinta”, que no era una mujer hermosa, pero tenía lo suyo.  Así fue que siempre estuvo donde él pudiese verla, con sus vestidos de entrecasa limpios y prolijos, sin zapatos de tacón y ni una gota de maquillaje  o de agua de colonia.  Hasta un día cuando se soltó el pelo y otro en que se pintó los labios y finalmente sacó del ropero sus vestidos de domingo.  El marido la observaba en silencio, no le gustaba que su mujer se dejara ver así.

El verano llegó a su fin y cuando el frío de la montaña apareció crudo y tempestuoso, el matrimonio siguió con su tarea de vender sus frutos en los pueblos de los alrededores de la huerta.  Un mediodía, antes de volver a casa al terminar el recorrido, el hortelano dejó a “Quinta” bajo llave en la pick-up y se fue a tomar un vaso de orujo en el bar de Gómez.  Allí estaban sus vecinos y un par de forasteros que nunca había visto antes.  No bien entró, el silencio resonó en el bar.  Saludó y pidió el aguardiente dispuesto a tomarlo de un trago y seguir viaje.  Mientras llenaba el vaso, el viejo Gómez le dijo por lo bajo que lamentaba mucho lo que  “la Quinta” le había hecho, que él no se lo merecía, que así son las mujeres: ladinas y mentirosas.  Que era mejor andar solo, que la dejara ir, que ella volviera de donde había venido y que…

Manuel no quiso saber nada más, había oído demasiado.  Tiró las monedas del pago sobre el mostrador y salió, enrojecido el rostro oscuro.  Las risas estallaron en el bar de Gómez antes de que llegara al vehículo donde lo esperaba su mujer.

La mañana siguiente los vecinos esperaron en vano que Manuel trajese la verdura y la fruta de su huerta.  En cambio, llegó la noticia que había sido hallado muerto en el pantano, en la madrugada dejó su casa sigilosamente y se arrojó por el acantilado.

Después del entierro, “Quinta” y su suegra retomaron la rutina de la venta de sus productos.  La mayor de las mujeres conducía mientras la otra hacía las ventas, como antes, como siempre.  Así fue hasta una mañana del siguiente invierno cuando se detuvieron en el bar de Gómez.  Entraron las dos y pidieron café, fuerte y con dos gotas de aguardiente de orujo cada uno.  Los parroquianos eran los mismos de siempre y las mujeres pudieron sentir el silencio inmenso que las envolvía.  El viejo Gómez sonrió y con una inclinación de cabeza dejó los pocillos sobre el mostrador.  Eso fue lo último que hizo en su vida.  La más joven de las mujeres sacó una antigua pistola de su bolsa  y le disparó un tiro certero a la altura del corazón.  El hombre cayó y, en un momento, el bar quedó vacío.

En el pueblo ya nadie se ríe de Manuel.  Por el contrario, su viuda es ahora un personaje importante en el imaginario aldeano.  En la celda de la cárcel donde vive su condena, conserva las cartas que le han enviado otras mujeres que, como a ella, el viejo Gómez les arruinó la vida.


jueves, 8 de octubre de 2020

EL EQUILIBRADOR DE SUEÑOS

 

Señores AGRUPACIÓN CULTURAL "CARMEN MARTÍN GAITE" reciban ustedes un cordial saludo y mis deseos de bienestar y saludo para todos.

 En atención a la convocatoria del asunto, envío para su revisión y consideración mi relato EL EQUILIBRADOR DE SUEÑOS.

 En caso que lo consideren útil y conveniente, autorizo para que la obra sea publicada en el blog de la agrupación cultural en cualquier momento después de emitido el fallo. Para mi sería un honor y algo de suma complacencia.

 Atentamente, Carlos Segundo Barrera Sánchez 

 FECHA: 8 de mayo de 2020

 

EL EQUILIBRADOR DE SUEÑOS    AUTOR:  Carlos Segundo Barrera Sánchez

El Sultán del Espectro no podía creer lo que le reportaba uno de sus Centinelas del Sueño.

- Su Señoría, en Colombia han logrado pasar tres objetos de los sueños a la realidad durante los últimos 30 días.

Era un temor desde siempre, pero se tomaban los controles necesarios para que la situación se mantuviera conforme lo señalaban las Escrituras del Sueño. En dos millones y medio de años, desde la aparición del Homo Sapiens, los Centinelas del Sueño habían logrado mantener el control del PUENTE, para que de la realidad pasaran pensamientos y situaciones a los sueños, y para que sólo una vez por año en cada país y a criterio de los centinelas, un objeto o una situación paranormal pasara de los sueños a la realidad. Era necesario que se mantuviera así hasta la eternidad, para sostener el equilibrio en la naturaleza. El sultán trató de lograr explicaciones del centinela, pero nada parecía tener lógica, el aparato que podía hacer el milagro siempre ha estado sólo en manos de los centinelas «a no ser qué el ser humano haya logrado construirlo», pensó el sultán.

Los sueños en cada noche de descanso, desde su creación por parte del sultán, existían para mantener la ilusión viva en el ser humano, logrando que la humanidad no desfalleciera nunca en sus propósitos de alcanzar lo posible y lo imposible. Era el estímulo necesario para alargar cualquier lucha y conseguir bienestar para la raza humana y desde su creación, el sultán permitía que cada tanto, algo de la vida soñada en las noches de descanso, pasara a la realidad para mantener la llama viva de la ilusión por lo imposible. Todo había marchado perfecto desde entonces, incluso, se habían creado leyendas a partir del paso de objetos a la realidad como sucedió con la lámpara de Aladino. El equilibrio siempre fue perfecto, pero ahora, la humanidad estaba en riesgo, así que el sultán, preocupado y pensando cómo proceder, preguntó a su centinela acerca de las evidencias de su hallazgo.

- Su majestad hace 22 días fue elegido presidente alguien sin experiencia.

- Eso no es evidencia, ya ha pasado antes en otras partes del mundo.

- Hace 16 días una persona que vivía en el barrio Rincón Guapo en la Ciudad de la Alegría, se mudó para un barrio exclusivo, compró camioneta y pasó a sus hijos al colegio más costoso de la ciudad.

- No me convences del todo, eso ha pasado antes, acuérdate del narcotráfico.

- Hace 4 días las noticias registraron a una persona volando por los cielos de la capital sin ningún tipo de ayuda mecánica.

- Esto sí es serio… esa bendita manía de todos por volar. Centinela, quiero que investigue la situación, no tengo que decirle lo que podría suceder si cae un PUENTE en manos equivocadas.

- Como ordene Su Majestad.

No había terminado de llegar el Centinela del Sueño al País del Trópico, cuando las noticias registraban la muerte de un lugareño luego de correr, en estado de agitación extrema, sin moverse nunca de su sitio. Algo andaba mal, el centinela lo sabía. Ahora parecían cosas triviales, pero con el tiempo, el paso de objetos y situaciones desde el mundo de los sueños podría convertirse en algo dramático, incluso, nocivo y letal para el ser humano.

Las primeras pesquisas no le estaban dando resultados al centinela, había decidido seguir cada caso sospechoso acercándose al lugar de los hechos, pero nada le daba pistas del origen de los hechos paranormales. Los avistamientos de situaciones fuera de lo común iban creciendo en número y ya en varias ciudades del país se hablaba de extraterrestres, de castigos divinos y de tesoros encontrados. El centinela le decepcionaba un poco ver que ninguno de los usos que se mostraban como sospechosos, tenía impactos positivos sobre grupos grandes de la sociedad, así que se convenció de la urgencia de encontrar la anomalía antes de que las curiosidades,

como eran registradas, se convirtieran en tragedias o en acumulaciones de poder inútil. Sabía que el uso no sería para beneficio del grueso de la población, sino para la utilidad de unos pocos. La humanidad no se cansaba de mostrar ejemplos al respecto, con sueños o sin ellos.

Con el pasar de los días sin resultados, el Sultán del Espectro entrenó y autorizó la llegada al País del Trópico de 1.001 Centinelas del Sueño, uno para cada municipalidad del país, con el propósito de generar en cada habitante una idea de sueño, y, al ver materializados los deseos en el día a día de cada municipio, poder saber identificar de que ciudad provenían las situaciones paranormales. La idea dio resultados. Al día siguiente de que cada centinela incrustara una idea común por municipalidad en la mente de toda la población, en la capital del país fue donde apareció la situación irregular. Un atraco con armas laser en el norte de la ciudad encendió las alarmas del centinela jefe. Aprovechando el volumen de centinelas a su disposición, y usando la misma estrategia, los distribuyó en cada barrio de la capital, hasta encontrar que en Cedros del Prado se había materializado el sueño incrustado por el centinela encargado del barrio.

Ahora la búsqueda tenía un espacio geográfico definido. Luego de recibir el reporte, el sultán dio la orden de suspender el paso de objetos y situaciones de la realidad a los sueños. Con la drástica medida, nadie en el barrio Cedros del Prado soñaba en las noches; sabía que no podía tomar la medida para todos en el país, porque la ansiedad se apoderaría de la población, como en efecto sucedió en el barrio en cuestión. Fueron semanas enteras con gente sin sueños, que se tradujo en un mal humor generalizado y en el deterioro de las relaciones sociales, pero era necesario para poder ir incrustando sueños asombrosos en cada casa, hasta dar con el paradero del PUENTE extraviado. La población ansiosa y malhumorada crecía exponencialmente, las personas en el barrio comenzaron a pelear entre ellas, la situación se volvió caótica hasta que el centinela pudo identificar la casa donde se originaban las asombrosas apariciones.

El jefe de los Centinelas del Sueño visitó el hogar identificado y pudo constatar con sorpresa, que el PUENTE estaba en poder de un antiguo centinela que, burlando la

seguridad de Reino de los Espectros, decidió usar su herramienta de trabajo para soñar y hacer realidad que se convertía en un ser humano en poder del PUENTE. Así sucedió, pero el hallazgo fue justo después de que el nuevo ser humano se despertaba de un nuevo sueño que se haría realidad. El centinela rebelde le explicó al jefe de Centinelas del Sueño, que lo hacía con la intención de cambiar el mundo para bien. Al principio se probaba con situaciones triviales, pero que la noche que acababa de concluir había dado el salto, soñando que en la mañana siguiente los 220 congresistas del país renunciaban a sus curules al mismo tiempo. El centinela, luego de decomisar el PUENTE, corrió al congreso para constatar el hecho. Ya nada quedaba por hacer, los congresistas de ambas cámaras habían radicado en masa su renuncia, el país entró en crisis en las horas siguientes, el gobierno se mostró aturdido, la ciudadanía se dividía entre los que celebraban y los que lloraban por la decisión del cuerpo legislativo, la bolsa de valores colapsó, algunas empresas cerraron durante la crisis, varios países rompieron relaciones comerciales con el País del Trópico, nadie sabía cómo conjurar la crisis, hasta que el Sultán del Espectro decidió autorizar la intervención del sueño para 50 hombres y 50 mujeres del común. Habían pasado 10 días en emergencia, cuando 100 colombianos recién levantados de sus camas, pertenecientes a todos los estratos sociales y venidos de todas las regiones del país, se acercaron cada uno con un documento lleno de propuestas para la construcción de un nuevo país.