sábado, 5 de diciembre de 2009

Dos amigos difuntos



El autor:  Isabel Garzón Guadaño


CERTAMEN MANZANARES EL REAL 2009


En este Certamen de mi pueblo Manzanares al que yo quiero y admiro mucho, me he presentado con esta, tres veces.' En el año 2001 gané el segundo premio en poesía y estoy muy orgullosa de tener este reconocimiento.

Me gustan mucho los cuentos y también tengo otro premiado en Cerceda. Los cuentos han sido para mi, mi mejor lectura, he leído muchísimos y los que más me gustaban eran los de miedo, y me siguen gustando a mis 81 años.

Tuve la suerte, entre la poca que he tenido, de tener un padre que además de su cariño nunca me faltó un cuento. Él decía que eran cuentos sin importancia pero para mí tuvieron tanta que los guardo en uno de los cajones de mi cerebro bien echados con llave.

El año pasado en el certamen que se hace en Cerceda saqué uno del cajón y este año he sacado el segundo para Manzanares, que es mí pueblo y quiero que antes de que la carcoma se coma el cajón que guarda todos mis cuentos ir sacando todos poco a poco. Y te advierto lector que éste, es un cuento heterodoxo, no diré que deba ser quemado, por mano de verdugo, pero debe ponerse en la vieja advertencia de precaución.

Autorizo a la Agrupación Cultural Carmen Martín Gaite a publicar en la sección EL AUTOR Y SU OBRA el relato corto de mi autoría.


Su obra:

Título: Dos amigos difuntos

Autor:  I. Garzón Guadaño

Parece ser que Dante admite que las almas que se van al cielo, mientras llega el día de la Resurrección de la carne, vuelven a enfundarse el cuerpo cosificado con cierta nostalgia hacia la vieja carne de la cual fue revestido,


Sin duda es por ello por lo que Daniel, cantero además de vaquero y Fernando amigo de este después de pasar unos días en el Purgatorio entraron juntos a la Gloria. Ellos se querían mucho y sentían mucho apego por lo que habían dejado aquí en la tierra. Daniel, su mujer, dos hijas, una nieta, por las que sentía mucho cariño. El otro amigo, Fernando, había dejado a Sol, que así se llamaba su mujer, una hija, un hijo y cuatro nietos.

Los dos amigos se lamentaban de que después de mil ingratitudes y desengaños habían empezado a abrirse paso en la vida fue precisamente cuando la muerte les sorprendió y es la única cosa en que realmente la muerte nos sorprende a todos.

Daniel sintió mucha alegría cuando le comunicó San Pedro que su amigo, Fernando quería verle y darse un paseo por el cielo, y como los espíritus pueden andar entre nubes, que dicen son las alfombras de su suelo, entre paseo y paseo se fueron contando que tenían ningún dolor, ni tristezas, pero que echaban de menos todo que tenían apego en la tierra.

Daniel quiso ponerse al corriente de lo que había pasado aquí, en la tierra y le preguntó a su amigo.

Su amigo Fernando le dijo: "mira, yo creía que aquí en el cielo os tenían al corriente de todo lo que pasaba en la tierra y que desde el cielo podías observar todo pero me das una alegría enorme por poder ser yo tu confidente y poder contarte todo. Tú amada mujer, Milagros, sigue sin otro hombre, tu no sabes lo apenada que se quedó. Me decía que tu eras lo mejor y lo más bonito que había tenido en su vida. Tus hijas te echan mucho de menos, Marta tiene una niña muy hermosa, se llama Aitana y Mari Flor está muy contenta pues tiene una nieta de su hija Laura, es preciosa. Como verás ya eres bisabuelo y siempre han dicho que para ellas fuiste el mejor padre del mundo".

Daniel como si saboreara los recuerdos de su dulce mujer le decía a su amigo Fernando: "tú no sabes bien cómo yo las quería. No puedo negar que a mi mujer la adoraba, y lo sigo haciendo, sé que me necesita y me echa de menos, como yo a ella".

Daniel se extendía contando a su amigo y saboreando los recuerdos con su dulce mujer, recordando sus virtudes, su modestia, sencillez, y de vez en cuando defendía con efusión algún detalle, "te acuerdas como hacía magdalenas y los callos y las manitas de cordero que a mi tanto me gustaban y que alguna vez hemos comido los dos juntos".

Estos detalles emocionaban a su amigo y contestaba también con su locuacidad confidencial: "no puedo olvidar lo que con mi enfermedad he hecho sufrir a mi mujer Sol, que el nombre la honra pues ahora sin ella estoy a oscuras y ahora me doy cuenta de todo lo que la debo. Siempre estaba pendiente de mis pastillas, de mis inyecciones, siempre detrás de mí pues yo era un rebelde. También ahora recuerdo la mesita redonda que tenía al lado de la ventana de la cocina, desde allí curioseaba todo lo que pasaba, los que venían a la Casa de la Cultura, los del bar de enfrente y en especial a los que entraban y le hacían alguna visita. También ahora comprendo lo injusto que fui con mi mujer, la hice sufrir mucho " Daniel a todo esto le contestaba diciendo que los dolores y la enfermedad se rebela justo con el que menos lo merece, con el que tienes más cerca, más cariño y más confianza, y añadía: "tu mujer y la mía se merecen la Cruz del Mérito a la Paciencia. Me sería muy grato poder bajar a la tierra a ver a mi Milagros, que hasta el nombre la honra por lo que conmigo hizo, ¡Cuánto me pudo soportar! sólo coser y callar, creo que en cada puntada que daba, dejaba cosido un recuerdo mío".

Por fin un día Daniel y Fernando se pusieron de acuerdo para pedir audiencia con San Pedro con la intención de solicitar bajar a la tierra y ver sus mujeres en el dolor de viudedad. Y dicho y hecho se dirigieron a pedir licencia a San Pedro, el celeste portero que era el encargado de estas cuestiones allá en el Cielo.

San Pedro les recibió en su celestial portería detrás de su pupitre dónde su principal ocupación era ordenar el registro de entrada a las alturas. El apóstol al ver a los dos amigos se subió las gafas a la frente y les preguntó suavemente  por su deseo. Daniel y Fernando expusieron tímidamente sus pretensiones y sobre el rostro barbudo del apóstol se dibujo una leve sonrisa.

San Pedro primeramente trató de hacerles desistir de su petición diciéndoles que había muchas solicitudes de licencias ya pedidas pero viendo su deseo e insistencia por conseguir su objetivo permitió concederles el permiso, "bueno, bueno el día de difuntos tenéis licencia para dar una vueltecita por la tierra, pero debéis regresar a las doce, sed puntuales hijitos".

Los dos amigos salieron radiantes y agradecidos al Apóstol y este movió la cabeza sin abandonar su sonrisa, luego al poco rato volvió a su tarea, el registro de entrada.

En la madrugada del día de difuntos bajaron los dos amigos a la tierra como dos chiquillos en vacaciones con el objetivo de ver lo que habían dejado allí abajo.

Dos horas antes de lo convenido Daniel y Fernando aparecieron en la portería celestial y San Pedro sonriendo y acariciándose la barba se dirigió y les dijo: 99 pero ¿qué es esto hijos? ¿Tan pronto aquí?" a lo que ellos contestaron que 91 no quería abusar La sonrisa del apóstol no se hizo esperar y parecía más intensa, "no hijos míos, no es abuso, y ¿qué tal doña Milagros y doña Sol?

estarán inconsolables, ¿verdad? "Si, figúrese lo natural, Milagros de balneario" y dijo Daniel "y en la playa estaba Sol. "El tiempo atenúa todo" dijo El Santo y ellos se quedaron en un silencio embarazoso "el año que viene os dejaré dar otra “vueltecita", les dijo el Santo para romper tan tenso momento a lo que ellos contestaron "no se moleste, no vale la pena, déjelo que comprendemos que hay muchas peticiones.... " San Pedro reía y reía y decía: Con mucho gusto os dejaré partir de nuevo.... " y es que en la tierra sólo hay dolor y crujir de dientes..... y mucho desamor....

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